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ska en argentina - Page 2

  • Los Expedientes-In-Blog. Hoy, Los Atlantes

    Injustamente pasados por alto en “La manera correcta de gritar”, Los Atlantes son una de las bandas de ska argentinas de las que menos se sabe… en la Argentina. A decir verdad, la única vez que vi un disco suyo en una disquería fue… en México. Siempre me pareció muy bueno el nombre, siempre me intrigó un poco cómo hacían ska en la ciudad de Bahía Blanca (de allí son o eran) y siempre tuve la vaga idea de que JuanBrass y Jako Reggae solían comentarme que su líder, Claudio Meunier, era un personaje total.

    atlantes.JPGMientras hacía el libro-ska, obviamente pensé en contactar a Claudio, de quien luego sabría que también se dedicaba a la “investigación histórica”; en su caso, de la aeronáutica, tema sobre el que tiene varios libros escritos y en el que es un referente internacional.

    Como de movida no logré ubicarlo, luego dejé de intentarlo un poco con la justificación de que el trabajo estaba más bien centrado en Buenos Aires y alrededores; cubrir bien la historia de las bandas del Interior hubiera llevado mucho más tiempo.

    Sin embargo, la verdad es que esa decisión ahora me parece injusta. Particularmente en el caso de Los Atlantes, ya que tenían un par de discos editados; eso, de por sí, les daba chapa como para tener un lugar en el libro, más allá de la mención que tienen en la discografía.

    Lejos de protestar por el “ninguneo”, cierto día Claudio me contactó para conseguir el libro. Y, entonces sí, aproveché para preguntarle por su (para mi) enigmática banda.

    Esto es algo de lo que me contó:

    ¿Alguna situación en particular por la que empezaste a escuchar ska? Un disco, un amigo melómano, un clip en televisión…

    Dos cosas me marcaron. Una fue que estuve de vacaciones en Londres en 1981, a los 11 años. En el hotel Grosvenor, flasheaba con el atlantes1.JPGtelevisor porque en Bahía Blanca tenía sólo dos canales blanco y negro, y acá eran varios y a color. De pronto pasaron algo de una música que me daba ganas de saltar, y me dije en una especie de delirio, así, tipo sueño: “Me gustaría tocar eso”. Ni sabía el nombre del estilo, ni sabía qué cosa era un músico.

    De ese viaje, lo único que me traje fue un cassette que se llamaba “Pub Hits 2”, que incluía enganchados ska y reggae como “A message to you, rudie”, temas de Marley, Jimmy Cliff, etc.

    Después, ya en Bahía, lo primero que llegó a mis manos fue un cassette grabado con el primero de The Specials. Y también “Black and Dekker”, de Desmond Dekker, que me voló la cabeza. Sobre todo el tema “Please Dont Bend”. Llegué a grabarme un cassette con ese tema únicamente… ¡de los dos lados!


    ¿Qué pasaba entonces en términos musicales en Bahía Blanca?

    En Bahía no se sabía qué era ska. Excepto por alguna banda de covers pedorra, que tocaba un tema de Los Argentinos, uno de Patricia Sosa y una versión muy pop de "Silencio hospital", de los Cadillacs. La movida era casi nula, más allá de una banda dark llamada La Falsa Cruz. Había pocos instrumentos y de mala calidad. En 1983, 1984, tener una Fender era un sueño. Todo era un caos.

     

    ¿Cómo surgió la idea de armar el grupo?

    Cuando murió Luca Prodan me acuerdo que dejé de escuchar Sumo. Y un día, pasando por un disquería, vi el “Bares y fondas”. Sin haberlo escuchado, supe que ese era mi próximo disco. Ese mismo año, viajé a la Costa y ahí pude ver a los Cadillacs y a los Intocables, y también a Los Vaticanos y Pepe Albano y el Reviente. Volví a Bahía decidido a armar una banda, pero hasta 1988 no pude hacer nada. Nadie entendía nada, había que catequizar pibes con dos atlantes2.JPGcassettes…

    En Bahía Blanca no había nadie que fuera tan enfermo del ska como yo en ese momento. Recuerdo que un chico de apellido Miranda se ofreció a tocar el saxo alto y trajo, mostrándolo como el gran hallazgo, un cassette de Marley… También recuerdo que en el verano de 1984, con un calor que te rompía el ojete, mis viejos se fueron al campo. Un día, a las tres de la tarde, me toca timbre un tipo vendiendo cassettes. Y tenía “Signing off”, de UB40, tapa roja, me parece que editado por ATC. Había oído hablar de la banda, así que se lo compré. Es el día de hoy que es uno de los discos que más me gustan. 

    ¿Qué recordás del primer show?

    En realidad mi primer show en vivo fue con otra banda, Revoltosos, un intento de hacer ska. Aunque no entendíamos nada de los tiempos, de la forma de tocar la viola con cejilla, etc. Creo que el debut fue en la fiesta de egresado de un pibe que se recibía de médico. Fue muy caótico: vino, vino ,vino… Recuerdo que era en un salón en una planta baja de un edificio donde vivían milicos de la Federal, y cayó un patrullero. Llegué a casa como pude.

    ¿Entonces cómo empieza la historia de Los Atlantes? El nombre es muy bueno, por cierto…

    Después de Revoltosos me metí con una mina, me recluí. Lo clásico: me casé, me divorcié y volví. Recuerdo que canalicé todo ese momento pensando en armar una banda de ska. Aparte, entonces ya tenía más discos. Siempre me interesó más la cosa cultural, lo histórico de la escena, más que una canción en sí.

    Y empecé a armar Atlantes pensando en lo que tocaba cada tipo. Llevaba a una sala de ensayo flacos conocidos y les pedía que tocaran ciertas cosas, y les miraba la caripela, para ver si se copaban. Y así encontré pibes pilas, excepto por los bajistas, que siempre fuimos cambiando. Salvo el último, que llego de España y era fan de Victor Rice. Me acuerdo que entró con Fred Perry t Crrepatlantes3.JPGers y nos contó de la movida que veía en Europa… Tocó diez minutos y nos preguntó si se podía quedar. Y así fue: un gran amigo, Martincito.

    ¿Era argentino? ¿Dónde está el ahora?

    Sí, Martín es de Bahia y ahora vive en Barcelona. Hace poco me contactó para contarme que se volvía y que quería rearmar la banda. Si él no viene no creo que arranque…

    ¿Y el nombre?

    El nombre Atlantes lo puse porque creo en la reencarnación y creo que vengo de ahí. Había otras ideas de nombres, pero quedo ese. Me acuerdo que existía la posibilidad de estos dos nombres: Simon Patty y Los Panfletas.

    ¿Recordás cuál fue el primer tema que tocaste?

    Recuerdo el primer cover que toqué con un bajo: Night Boat to Cairo (del cassette nacional, tapa amarilla). Estuve un año haciéndolo solo al lado del equipo de música, tocándolo como si fuera en un escenario.

    ¿Hacían algún cover con Los Atlantes?

    Varios. Me acuerdo del tema “Haitian Fight Song”, de “Just a Feeling”; “It mek”, en version ska punk , “Garden of love” y “Gangsters”. Una deuda pendiente siempre fue “Ghost town”. Qué lindo tema para tocar…

    ¿Cuál dirías que fue el mejor show de la banda?

    El mejor show fue en un lugar llamado James Dean. Le tomamos al dueño todo el stock de cerveza, tocamos y zapamos con la gente borracha por cuatro horas con el dueño en la barra mamado, llorando y diciendo que tenía que cerrar, regalando los tragos hasta de coca. Ah, y encima cobramos entrada, nos fuimos con guita y cuando cargamos nos llevamos un par de sillas de calle con el logo de Quilmes.

    ¿Por qué y cuándo se separaron?

    Nos separamos cuando cayó De la Rua, cuando todo se transformó a dólar y nosotros éramos la única banda de la ciudad con equipos Fender, caños Selmer, micros Shure, etc… A eso sumale que en ese momento el exceso dentro del ambiente había hecho una mella personal en unos cuantos. Y eso generó que todo terminara rápido.

    A partir de verlos a ustedes, ¿alguien en Bahía comenzó a interesarse en el ska?

    No, no creo, no hubo otras bandas…

    Nota 1: Esta es una página con toda la información sobre el trabajo de historiados, no musical de Meunier.

    Nota 2: Según Claudio, las fotos que ilustran este post "son de 1999 tomadas en un festival de bandas en pigue para el dia de la primavera que hacia bajo cero recontra cagados de frio".

  • Estado de estudio = estado de gracia

    El título no se refiere al momento de preparar un examen sino al período de grabación de un disco; a mi modesto saber y entender, la mejor parte de tocar en una banda.

    Mejor que tocar en vivo. Bueno, lo que pasa es que se toca en vivo (en general) mucho más seguido de lo que se graban discos. Por eso se termina anhelando más lo que no se hace tanto. Que es grabar. Y si es un buen estudio con una buena "situación", tanto mejor.

    Es el caso de Satélite Kingston por estos días, que se encuentra registrando temas para un futuro... quinto disco! Cinco, un buen número para banda de ska nacional, sin duda. En Fuera del Túnel, un interesantísimo estudio de Flores, sobre la avenida Boyacá, tres cuadras después de dejar de ser Carabobo, hay listos ya algo así como trece temas entre canciones, instrumentales, covers y algún experimento extra, con producción del propio grupo. Y estamos todos muy satisfechos, pensando, como toda banda, que este es el mejor disco que logramos hasta ahora. Como toda banda con disco nuevo.

    Pero lo mejor de un disco no son sus temas, ni su sonido, ni sus intérpretes, ni sus solos, ni sus ideas de producción, ni su mezcla, ni su mastering, ni su tapa, ni el catering, ni la mesa de pool o la máquina de café del estudio, ni las empanadas de la pizzería de enfrente...

    Lo mejor de un disco es... el hecho de estar grabándolo. La suspensión de la realidad en ese instante es algo notable. En el "momento Rec" no hay nada, pero nada de nada, "afuera" de una canción, afuera de lo que se está tocando. Al menos esa es la actitud con la que esto debería hacerse. Y, en mi opinión, la suspención de la realidad es justamente una de las pocos atajos ciertos hacia un estado de felicidad plena. Aunque dure apenas tres minutos y medio. La diferencia con otros métodos (más normales) es que, en este, no hay consecuencias negativas (en general, al menos para uno mismo; muchas veces el resto del mundo sí sufre bastante).

    Y es el momento en que todo es posible. Aunque, claro, las posibilidades de un no son para nada infinitas, ni muchísimo menos. Pero, bueno, la música está ahí, y grabar es una nueva oportunidad de acercarse a ella. Con una orquetsa sinfónica o con dos maderitas. Una de esas aisladas oportunidades, que hay que procurar aprovechar como si fuera la última, porque nunca se sabe. Es una ficha más, y uno siempre piensa "esta tiene que ser la buena". Y ahí se manda, a ver qué pasa.

    Lo que el mundo entienda de esto después es otra cosa. Histórico, horrible o intrascendente, una vez que el disco se termina ya no es una quimera, sino que es una cajita de plástico con una cosa adentro que suena a no sé qué. Es algo material y vulgar, y poco tiene que ver con su incontrolable, en un punto (en un punto, finalmente) aleatoria gestación. Ya no es la felicidad, aunque a veces (a veces), entonces sí, pase a darle felicidad a los demás.